¿Cuál es el futuro de la vida en la Tierra?

El futuro de la tierra es un tema que provoca que el frío invada mi cuerpo.

La luz de mi linterna es lo único que ilumina las enigmáticas entrañas de la tierra.

Floto en un mundo primigenio y silencioso que me jala a sus inexploradas profundidades.

El único sonido que escucho es el aire que aspiro, acompañado de las burbujas que salen del regulador de aire comprimido.

Delante de mí, como la boca de un dinosaurio, se abre una caverna con decenas de gigantescas estalactitas, algunas de las cuales tienen millones de años.

De pronto, la luz de la lámpara detecta la misteriosa presencia de algo que brilla en un agujero.

Le hago una señal a mi guía. Él voltea para mirar el curioso resplandor.

Nos acercamos. Con cuidado muevo mis aletas para evitar levantar la arena que hay en el fondo.

Decenas de buzos han perdido el camino de regreso al verse envueltos en una fina nube de arena que nubla la visibilidad.

El guía se adelanta. Introduce su mano en la oquedad para tomar aquello que nos desvió de nuestra exploración. ¡No puedo creer lo que acaba de encontrar!

Estamos en un peligroso laberinto de túneles submarinos, en una gruta mexicana enclavada en la selva de la Riviera Maya, en Quintana Roo; un lugar que, hasta hace algunos años, sólo era frecuentado por buzos profesionales y exploradores.

Sin embargo, la mano del guía tenía una clara evidencia de la huella del hombre en la gruta: una lata de refresco.

Pobreza y contaminación: el futuro de la tierra

Salgo del agua con molestia. Observar la contaminación de los santuarios naturales siempre me genera el mismo sentimiento.

Mientras me quito el equipo de buceo, una joven indígena, descalza, con ropa sucia y raída por el uso, se acerca.

En su espalda carga a un bebé de escasos meses. A su alrededor, sus tres pequeños hijos juegan, mientras se persiguen.

El rostro de la joven muestra los estragos de la pobreza y la desnutrición. Levanta su mano para venderme una lata de refresco. ¡Me da un vuelco el corazón!

Pensamientos encontrados chocan en mi cabeza y un vendaval de sentimientos contradictorios inunda mi pecho.

Lo único claro es una pregunta que me taladra en lo más hondo de mi ser:

¿Cuál es el futuro de la Tierra?

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Contaminación y destrucción

A lo largo de mis años como explorador, he sido testigo de la destrucción de los ecosistemas en muy diversas formas. Sin duda un fenómeno irrefutable del futuro de la tierra.

He visto como el incontrolable crecimiento demográfico se ha expandido a las reservas ecológicas y hábitats salvajes.

Lugares fascinantes que eran considerados inaccesibles por su lejanía y difícil acceso, ahora están dañados; su flora y su fauna se venden en el mercado negro; en sus ríos, se vierten las aguas negras y sus arboles son arrancados para dar paso a la agricultura, a la ganadería o la construcción de zonas habitacionales.

La mancha urbana crece a pasos agigantados aniquilando todo lo que encuentra a su paso.

El equilibrio en la naturaleza estaba compuesto por sutiles hilos que mantenían una perfecta armonía entre las corrientes marinas, el viento, la temperatura global, la humedad, las lluvias y las tormentas, así como los gases de efecto invernadero.

Estos factores, que se unen con muchos otros, se encuentran trastocados de forma alarmante por el hombre. El calentamiento global es consecuencia de estas acciones y los responsables se encuentran en todas partes: gobiernos, empresas, ciudades, pueblos y escuelas.

Todos aportamos  a la destrucción del planeta.

Lo que a la naturaleza le ha tomado millones de años crear, el hombre lo está acabando en menos de 100 años.

Todo mamífero de este planeta, por instinto, desarrolla un equilibrio natural con el ambiente circundante pero ustedes, los humanos, no.

Se trasladan a un área y se multiplican, y se multiplican hasta que han agotado todos los recursos naturales.

El único recurso para sobrevivir es transportarse a otra área. Hay otro organismo en este planeta que sigue el mismo patrón.

¿Sabe cuál? El virus. Los seres humanos son una enfermedad. El cáncer de este planeta. Son una plaga».

Agente Smith
Matrix

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El futuro de la tierra: Crecimiento exponencial de la plaga

Afirmo que la capacidad de crecimiento de la población es infinitamente mayor que la capacidad de la Tierra para producir alimentos para el hombre, escribió el economista inglés Thomas Robert Malthus en su libro An Essay on the Principle of Population.

En su ensayo literario, Thomas Malthus estableció la famosa ley malthusiana, donde afirma que el crecimiento exponencial de la población llegará al punto en que será imposible suministrar alimento a la población mundial, situación que desembocaría en guerras y hambruna generalizada.

Como ocurre con la mayoría de los genios, su escrito no fue bien recibido por la comunidad intelectual inglesa por una simple razón: nunca se cumplió su teoría.

Sus deducciones estaban demasiado adelantadas para la época en que publicó su libro, en 1798. Sin embargo, en la actualidad, sus planteamientos nos advierten sobre lo que nos depara un futuro no muy lejano: la falta de comida por exceso de habitantes.

Según las estimaciones, en la Tierra hay más de 7 mil millones de habitantes.

Aunque la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FOA o FAO) asegura que aún hay alimento suficiente (1) para que no se cumpla la teoría malthusiana en su totalidad, es un hecho que la comida en el mundo no se encuentra distribuida equitativamente.

De hecho, la misma FAO calculó que, en el 2010, hubo 925 millones de personas subnutridas en el planeta.

Sobrepoblación: el futuro de la tierra

Aunque el calentamiento global es un problema generado por múltiples factores, desde mi punto de vista, la principal causa es la sobrepoblación mundial. La consecuencia por el exceso de humanos es que los gobiernos se vean obligados a cubrir sus necesidades alimenticias, sin importarles que estén agotando los recursos naturales.

La fórmula es sencilla, pero aterradora: el crecimiento incontrolable y exponencial de habitantes genera una mayor necesidad y producción de alimentos, lo que a su vez propicia una mayor depredación y destrucción de la naturaleza.

La situación empeora por la ignorancia y la estupidez de una sociedad que genera todo tipo de desechos que vierten al agua, el aire y el suelo. Esta acción, además de afectar el medio ambiente, daña la fuente de la cual se nutre el hombre.

No sólo se come lo que produce la Tierra, también la destruyen.

juan-chia-futuro-de-la-tierra Deforestación

Con el fin de cubrir la demanda internacional de alimento, desde hace varias décadas se llevó a cabo la “Revolución verde”. Por medio de una técnica de producción industrializada y mecanizada, así como del uso de sistemas de riego y agroquímicos, se aumentó la producción de granos.

Sin embargo, a los pocos años se manifestó un serio problema: después de algún tiempo, la tierra dejaba de ser fértil.

El uso excesivo la desgastó de tal forma que dejó de ser útil. Los nutrientes y minerales del subsuelo de las áreas de cultivo se agotaron convirtiéndose en zonas desertificadas.

Ante esta situación, y con el fin de continuar con la producción, muchos agricultores deforestan bosques y selvas —áreas con suelos ricos en nutrientes y minerales—, para convertirlas en nuevas tierras de cultivo y abandonar las que dejaron de ser productivas por una sencilla razón: las tierras erosionadas quedan inservibles para el cultivo o la plantación de árboles.

En síntesis, cuando una zona de cultivo deja de ser fértil se abandona para buscar una selva o bosque para deforesta y continuar sembrando. En las zonas abandonadas, la tierra se encuentra compactada, lo que evita que el agua penetre y nutra los mantos freáticos.

Al correr el agua por la superficie compactada propicia que las zonas desertificadas se vayan extendiendo y erosionando aún más.

Consecuencias de la tala de arboles y ganadería

La deforestación no sólo es consecuencia de la agricultura. La industria ganadera también tiene responsabilidad debido a su rápido crecimiento ante la necesidad de suministrar carne a los millones de habitantes del mundo. Y con esa misma velocidad destruye bosque y selvas para convertirlas en tierras de pastoreo para ganado vacuno, ovejas, cabras, búfalos, bueyes y porcinos.

Por si fuera poco, la ganadería contribuye de manera significativa y alarmante en la aportación de gases de efecto invernadero, como son el metano, el óxido nitroso y el amoniaco, todos ellos producidos por el estiércol y las flatulencias del ganado.

En menor grado, pero no menos mortífero, está la tala de bosques para vender su madera. Tomemos el ejemplo de Madagascar, un país con flora y fauna únicas en el mundo. Ahí, los traficantes de madera han arrasado con miles de hectáreas, talando los bosques de árboles de palo de rosa.

Su preciosa madera se vende en el mercado negro de Asia. En contubernio con el gobierno de Madagascar, los traficantes envían los troncos de palo de rosa a diversos países, siendo el principal comprador China, donde se fabrican muebles que llegan a costar hasta 5,000 dólares.

Se calcula que la tala clandestina de palo de rosa generó un ingreso de hasta 460,000 dólares diarios, durante varios meses del 2009 (2).

El uso inapropiado, excesivo y extensivo de la tierra, tanto para la agricultura como para la ganadería, además de erosionarla está acabando con los árboles. Los bosques y selvas que absorben el CO2 y liberan el oxígeno que respiramos están siendo destruidos.

El hábitat de miles de especies sufre severos daños al grado de estar al borde de la extinción. Los pulmones de la naturaleza se están carcomiendo y las venas del planeta están siendo envenenadas.

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A mí no me va afectar

En relación al calentamiento global, el pensamiento de la mayoría de las personas se reduce a una creencia: “a mí no me va a afectar”. Nada más lejos de la realidad. Tarde o temprano, de una forma u otra, todos vamos a salir perjudicados.

No habrá ningún lugar del mundo en donde esconderse o escapar, ni dinero, credo o religión que nos pueda ayudar.

Por ejemplo, las enfermedades derivadas del cambio climático, aunque no se han querido relacionar, son resultado de la gradual desaparición de los controles naturales —pájaros, arañas, sapos, etcétera— que contenían a los mosquitos.

No es de extrañarse que ahora proliferen enfermedades como el dengue, el chikungunya o el Zika, en lugares en donde antes no había. De hecho, estas enfermedades están migrando a zonas en las que antes no se reportaban casos.

El calentamiento global aumenta el campo de acción de las enfermedades provocadas por virus y vectores, y transmitida por los mosquitos.

Recuento de los daños

En cuanto a los devastadores efectos producidos de forma directa por el clima, hay muchos ejemplos: en el verano del 2003, una inusual ola de calor que afectó a Europa propició la muerte de miles de personas en diversos países; sólo en Francia, el número de fallecidos se calculó en 14,802.

El 29 de agosto del 2005, el huracán Katrina arrasó Nueva Orleans, matando a 1,836 personas y dejando 145,603 evacuados.

El 3 de mayo del 2008, el ciclón Nargis mató a más de 78,000 habitantes y desapareció a 56,000 personas en Myanmar (ex Birmania). Del 27 de julio al 3 de agosto del 2010, las lluvias torrenciales en Pakistán provocaron la inundación de diversos poblados establecidos en los márgenes de los ríos Swat, Indo y Sindh, lo que dejó 1,600 muertos y 14 millones de damnificados.

El 7 febrero del 2009, una inusual temporada de calor propicio el más mortífero incendio forestal que se haya vivido en Australia; el fuego se originó en el estado de Victoria y arrasó con más de 450,000 hectáreas, dejando un saldo de 189 muertos, 500 heridos y miles de animales calcinados.

El breve recuento de los eventos da un panorama de lo que nos espera en las próximas décadas: un clima extremo con tormentas cada vez más violentas, extensas sequías, inusitadas olas de calor y fríos intensos.

La BBC, en su portal de Internet, en la nota publicada en el artículo “Países del mundo vulnerables ante impacto climático” (4/dic/2010) señala lo siguiente: “Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se pierden al menos 350,000 vidas a causa de los impactos climáticos.

De acuerdo con el documento, en 2030 este número aumentará a un millón, mientras que los daños causados por los desastres naturales se multiplicarán por tres”.

Futuro de la tierra: Mega huracanes y desiertos infernales

El aumento en la temperatura global esta provocando mayores sequías. Los desiertos crecen y las zonas del planeta que eran calientes son más calientes.

Los casquetes polares y zonas glaciares se están derritiendo, generando así graves problemas, entre los que destacan dos: el aumento en el nivel del mar (con las consecuencias que conlleva vivir en zonas costeras) y una mayor vaporización del agua.

Además de ser un gas de efecto invernadero, el vapor de agua es la energía que da fuerza a los huracanes, motivo por el cual la violencia e intensidad de éstos se ha incrementado.

En ese sentido, los primeros afectados son las poblaciones y ciudades ubicadas en las inmediaciones de playas y ríos: Venecia en Italia, Nueva York en Estados Unidos, Santa Fe en Argentina y el puerto de Veracruz en México, entre otras muchas ciudades costeras.

Todos esto lugares correrán graves riesgos tanto por el lento, pero gradual incremento en el nivel del mar, como por la intensidad de las lluvias y huracanes.

De igual forma, las poblaciones que viven en la parte baja de montañas y valles sufrirán de aludes de lodo y deslaves de tierra causados por las lluvias torrenciales.

futuro-de-la-tierra Repercusiones económicas y humanitarias

El rescate y apoyo de los damnificados —ofrecerles alimento, albergue, ropa, comida, agua y medicinas—, así como las reparaciones de las zonas afectadas por fenómenos meteorológicos tienen un costo elevado que suele ser absorbido por el país afectado.

De hecho, se tiene contemplada una partida presupuestal que sale de los contribuyentes que pagan impuestos. Como te has de imaginar, el monto se irá incrementando debido a la gradual potencia destructiva de los huracanes y tormentas.

Por ejemplo, en el 2005, el huracán Katrina dejó en Nueva Orleans daños materiales calculados en 75 mil millones de dólares; en el 2007, los daños causados por la inundación en Villa Hermosa, Tabasco, fueron calculados por el gobierno de esa entidad en 50,000 millones de pesos.

El cambio climático no sólo te afectará en lo físico, también en lo económico.

En busca de comida, vivienda y trabajo, los afectados por el cambio climático migrarán a lugares que brinden mayor seguridad.

En principio, los flujos migratorios partirán hacia la capital de su respectiva nación, lo que propiciará una sobrepoblación en dichas ciudades, generando un aumento en la pobreza y en la delincuencia. El desempleo se incrementará al igual que los índices de contaminación.

Los pobladores sufrirán de desabasto y encarecimiento de los servicios básicos (luz, gas, agua y transporte). Pero las repercusiones no paran aquí.

Los damnificados buscarán refugio en otros países, donde haya una economía estable y un mejor clima, situación conocida por los gobiernos del primer mundo, los cuales irán endureciendo sus políticas migratorias, al grado de cerrar sus fronteras, lo que dará origen a fuertes problemas políticos y humanitarios por el control migratorio.

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¿Cuál es el futuro de la Tierra?

Por los antecedentes e intereses del ser humano, es de dudarse que podamos detener el cambio climático. Los antecedentes demuestran que los países que más contaminan no se comprometen a reducir sus emisiones de CO2.

Pueden mostrar interés, incluso llegan a participar en las conferencias de cambio climático; pero los hechos muestran una profunda indiferencia, debido a las ganancias millonarias que deja un sistema de producción debidamente establecido, pero altamente contaminante.

Los intereses económicos de los imperios industriales y las corporaciones transnacionales son tan poderosos que pueden comprar conciencias, leyes, gobiernos y presidentes.

Pero no son los únicos responsables. En un mundo globalizado en el que impera un voraz capitalismo, así como un absurdo estilo de vida, el consumismo se ha convertido en una forma de vida para las personas, y los productos perecederos la constante.

Autos, tenis, celulares, ropa, entre muchas otras cosas, están diseñados para no durar obligando al consumidor a comprar de forma permanente. Y todos los desechos se convierten en toneladas de basura que se entierran.

Siento una profunda tristeza al observar el mundo derrumbarse ante mis ojos.

Se me salen las lágrimas cuando me entero de las nuevas matanzas de gorilas en Ruanda o veo fotografías de la masacre de focas bebés en Canadá y Alaska. Me invade la desolación cuando observo la indiferencia ante la destrucción del hábitat de millones de especies.

Estoy alarmado por los ecocidios, como la destrucción del manglar Tajamar, en Cancún, por parte de las autoridades mexicanas.

Me indignan las personas, empresas, partidos políticos y gobiernos que, en busca de reconocimiento, toman la bandera ecologista y, amparándose en el movimiento, tratan de hacer dinero o ganar prestigio.

Reflexión sobre el futuro de la tierra

Sí, hay coraje en mis palabras, porque la lucha por un mundo mejor, en donde se respete la vida y la naturaleza, cada día está más lejos. Sólo veo los mezquinos intereses del hombre, que busca satisfacer un falso ideal de felicidad, basado en la adquisición de bienes, dinero y estatus.

Y es precisamente nuestro estilo de vida, tan egoísta y frívolo, en donde no hay cabida para sentimientos como la misericordia, la bondad o respeto por la Tierra, lo que está destruyendo la vida.

Por sus antecedentes e intereses, ¿Qué podemos esperar de las personas que ignoran el daño que hacen a la naturaleza y a todos los animales que lo habitan?, ¿Qué podemos esperar de la sociedad, que teniendo la información a su alcance no toma acciones decisivas?, ¿Qué podemos esperar de los gobiernos del mundo?

Saca tus conclusiones y después pregúntate a ti mismo: por tus antecedentes e intereses

¿Qué puede esperar el planeta de ti?

¿Cuál es el futuro de la Tierra?

¿Qué vas a hacer por salvar tu único hogar?

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Bibliografía

1.- Tomado de http://www.fao.org/index_es.html.
2.- Robert Draper. El corazón herido de Madagascar. National Geographic en español. Septiembre del 2010.

2 comentarios
    • Ruben Manrique Alvarez
    • Hacia falta un blog , asi, ya que la mayoria , son refritos y tendensiosos. en este encuentro FRESCURA Y AUTENTICIDAD , asi como informacion confiable y profesional……Enhora buena amigo….¡

      • Juan Chia
      • Muchas gracias por tus palabras, Ruben. Te mando un fuerte abrazo!

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